Publicado en Nuevo Diario de Santiago del Estero el 8 de marzo de 2024
Comienzo este artículo diciendo una obviedad: En Venezuela no hay democracia. Y no la hay desde hace muchísimos años pues, quienes ocupan –por la fuerza– el poder, acabaron con la división de poderes, diseñaron una Emergencia Humanitaria Compleja y han expulsado a más de ocho millones de personas (o sea, el 30% de nuestra población).
Esta crisis ha golpeado con particular crudeza a las mujeres. En un cuarto de siglo bajo el chavismo, sus derechos han sido sistemáticamente ignorados, a pesar de las supuestas iniciativas gubernamentales en su favor. Informes de la ONU y ONG revelan una realidad desgarradora: la desnutrición, la violencia y la falta de protección institucional han alcanzado niveles alarmantes.
El machismo impregnado en las estructuras de poder ha dejado a las mujeres desamparadas. Los femicidios son una dolorosa constante, reflejando la vulnerabilidad extrema en la que viven. De acuerdo con datos de Utopix.cc, durante el pasado año 2023 hubo 201 femicidios. Es decir, casi 17 femicidios por mes.
La migración, que es la más grande del mundo, es especialmente peligrosa para mujeres y niñas. Esas que cruzan la selva del Darién o cruzan ríos y mares en lanchas… como en Cuba.
El régimen chavista es el único responsable de esta situación. Nunca antes en la historia democrática de Venezuela las mujeres habían sufrido tanto. La opresión deliberada ejercida sobre ellas es evidente y planificada.
Sin embargo, en medio de la oscuridad, surge una luz de esperanza encarnada en figuras como María Corina Machado. Su liderazgo marca un hito en nuestra lucha. Por primera vez en décadas, las jóvenes encuentran un modelo político auténtico al cual seguir. Uno que tiene una tarea tan compleja como trascendental: liderar un movimiento que logre una transición a la democracia.
Las mujeres venezolanas no se rinden. Cada una lucha por su familia, por su propio desarrollo y por el futuro de su país. Su valor es incalculable, su determinación inquebrantable.
La reconstrucción de la democracia y la garantía de derechos para las mujeres deben ser prioridades urgentes. Solo en un ambiente democrático verdadero podremos superar las desigualdades y construir un futuro inclusivo y justo para todos.
Hoy, la mujer venezolana es el rostro de la resistencia. Mañana, será el motor de la reconstrucción de nuestra nación.